El Partido Nacionalista Vasco, fundado en 1895 por Sabino Arana, constituye una de las formaciones políticas más longevas de Europa y ha sido el eje vertebrador del autogobierno vasco durante más de un siglo
Tras superar la dictadura franquista en la clandestinidad, el PNV emergió en la Transición como fuerza hegemónica en Euskadi, liderando la recuperación de las instituciones forales y la aprobación del Estatuto de Gernika en 1979. Bajo la dirección de Xabier Arzalluz primero y Juan José Ibarretxe después, el partido gobernó ininterrumpidamente el País Vasco entre 1980 y 2009, consolidando un modelo de autogobierno basado en el concierto económico y la construcción nacional vasca. La etapa de Ibarretxe estuvo marcada por el Plan que llevaba su nombre, una propuesta soberanista que no prosperó pero que evidenció las tensiones entre las aspiraciones nacionales del PNV y el marco constitucional español.
El período 2009-2012 supuso un paréntesis traumático con la pérdida del gobierno vasco a manos del PSE-EE de Patxi López, apoyado por el PP
Esta experiencia en la oposición provocó una profunda reflexión interna que culminó con la renovación del partido bajo el liderazgo de Andoni Ortuzar como presidente y la emergencia de Iñigo Urkullu como candidato a lehendakari. El retorno al poder en 2012 inauguró una nueva etapa caracterizada por el pragmatismo institucional y la moderación discursiva, abandonando las tentaciones soberanistas para centrarse en la gestión eficaz y la ampliación del autogobierno mediante la negociación bilateral con el Estado. Urkullu ha encadenado tres mayorías absolutas consecutivas, consolidando un modelo de gobernanza que combina estabilidad política con desarrollo económico.
En el ámbito estatal, el PNV ha mantenido su tradicional papel de partido bisagra, rentabilizando su representación parlamentaria para extraer beneficios para Euskadi
La formación jeltzale ha apoyado tanto a gobiernos del PP (Aznar en 1996, respaldo puntual a Rajoy) como del PSOE (Zapatero, Sánchez), siempre desde una óptica transaccional que prioriza los intereses vascos sobre las afinidades ideológicas. Esta estrategia se ha mostrado especialmente efectiva en contextos de fragmentación parlamentaria, donde los 5-6 diputados del PNV en el Congreso adquieren un valor estratégico desproporcionado. Los acuerdos presupuestarios han sido el instrumento privilegiado para obtener inversiones, transferencias competenciales y mejoras en el concierto económico.
Tras las elecciones del 23 de julio de 2023, el PNV revalidó su condición de socio preferente del PSOE con sus 5 diputados, fundamentales para la investidura de Sánchez
Aitor Esteban, portavoz en el Congreso, negoció el apoyo jeltzale priorizando la agenda económica vasca y garantías sobre el respeto al autogobierno, desmarcándose de las demandas más rupturistas de los partidos independentistas catalanes. El partido mantiene su estrategia de geometría variable, combinando la colaboración en Madrid con la competencia en Euskadi, donde gobierna en coalición con el PSE-EE. El relevo generacional se perfila como el próximo desafío del PNV, con figuras como Imanol Pradales preparándose para suceder a Urkullu, mientras el partido busca mantener su hegemonía en un País Vasco cada vez más plural y con EH Bildu consolidada como alternativa real de gobierno.